MIEDO DA A VECES COGER UNA PLUMA

"Miedo da a veces coger una pluma y ponerse a escribir,
miedo da a veces tener miedo a tener miedo [...]"
Gloria Fuertes

lunes, 21 de enero de 2013

De los porqués que te pregunto...


Te pregunto tanto porque no entiendo nada.
Si tengo miedo de quererte tanto no es por perderte, es porque sé que puedo siempre dejar de quererte.
No hay tanto que decir como suelo hacerte creer, es sólo una cosa que me pesa demasiado.
Quiero tu amor incondicional porque nunca he podido serlo yo.
Y yo y yo y yo.
Soy tan egoísta para quererte a mi manera y para ser excesivamente yo contigo.
Tanto pienso en ti que hay un molde en mi cabeza que te imita con ligeras modificaciones injustas.
Sí, es cierto que hay un agujero en una de las esquinas del techo que nos cubre. Es un agujero que deja entrar nieve roja. Yo sólo quiero la nieve roja, siempre al borde de volverse negra, mientras tú pareces buscar la nieve blanca.
Eres tan tú que te quiero y eres tan tú que más seguido de lo que soporto no puedo soportarlo.
Te invado con mis implosiones, te cubro, te lleno, te tomo, me bebes y aun así, cuando abro los ojos, no hace falta tocarte para saber que no he dejado huella.
Voy a dar vueltas en la cama hasta enredarme, voy a enredarme hasta caer y voy a caer hasta caer y caer y caer y no espero que me salve tu mano. No lo deseo, no quiero razones para quererte porque la razón por la que más te quiero es que carezco de razones.
No es por nada que te quiero, ni es por todo. Y si quiero que tú sepas el porqué de tus te quieros es tan solo por que uno de los dos tenga cabeza.
Y no la quiero tu cabeza no la quiero, ni tus ojos ni tu piel ni tu cabello. Si algo guardo en tinta son tus poros, es la luz en tu saliva, es la parte de atrás de tu cuello.
Si llegara el momento se me olvidaría tu nombre, se me olvidaría tu voz y me olvidaría cada mañana de tu aliento.
Al caer la tarde de colores, sin embargo, con su sol que no calienta, al aplastar la espera de las estrellas incoloras, saltarías desde la parte de atrás de mis párpados para dejar impresiones de luz negra en las retinas.
Volvería este momento, volverían tus pestañas y mi risa, volverían las sábanas con lágrimas y  qué importa lo que volvería. No volvería nada porque no se habría ido nada porque nunca ha existido nada cuya abstracción deje de serlo con palabras.
Tampoco importa que entiendas lo que yo no entiendo, ¿que si lo quiero? sí, lo quiero. Pero sólo como contrapeso, contraluz, contrasentido, contra todo lo que soy y lo que quiero, entre lo que estás tú que no sólo te quiero, sino que también te quiero.