Corre,
corre y cómo corre. Y corre y corre y corre. No hay tierra ni árboles, sólo
colores que cambian conforme corre. No te escapes. Pero ella corre, corre,
corre y corre. Y sus pies no pesan y ha dejado en otra parte la cabeza, va tan
ligera que casi vuela. Casi. Corre y corre y corre y corre. El viento le seca
lágrimas, sudor y recuerdos mientras ella corre y corre, corre, corre, corre.
Sólo suena el aire en sus orejas, sólo. La música, en cambio, se ha quedado
atrás, lejos pero no tan lejos pero no cerca. Cerca ya no. Para eso y por eso
corre.
No me
mires Cavafis, que no sabes. No huyo de una ciudad, huyo de un mundo. No estoy
perdida, no doy vueltas en círculos. Pero si lo estuviese... Correría aun más;
hasta volver a encontrarme con mi mente sabiendo que ya no es mía.
Corre y
corre. Corre. Corre. Corre. Ya no importará que creas que me alcanzas, ya no
importará si me alcanzas. Porque habré recorrido tanto que estaré siempre
lejos. Lejos de este momento y otros tantos. Lejos de la música a medias. Lejos
de la sal y cerca del aire.
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