Gritas.
En medio de la noche, en medio del cuarto, en medio de mi cama. Gritas. En
medio de tu miedo, en medio de tu sueño, en medio de mi almohada. Gritas.
Porque no puedes salir, porque no puedes cantar, porque está muy oscuro.
Gritas. Porque no te ves, porque no me ves, porque te grito. Gritas. Y tu grito
es de colores, y tu grito es de fragmentos, y tu grito es de tristezas. Gritas.
Y tu grito suena a lluvia, suena a nubes, suena a peces. Gritas. Y te ahogan
las palabras, las sábanas, los meses. Y gritas. Porque no quieres gritar,
porque no lo necesitas y sólo por gritar: gritas.
Y
fragancias, que se tapan los oídos, devoran tus entrañas, las llenan de
sonidos. Son serpientes, que imitan la luna, que opacan su brillo, lo convierten
en ruido. Y todo es ruido, y la música se muere porque todo es grito: tu grito.
Callo.
Me escondo en los rincones, me escondo en las palabras, me escondo en el espejo.
Callo. Bailando los dedos, bailando los cabellos, bailamos la batalla. Callo.
Aunque encuentro las palabras, aunque sabes lo que digo, aunque no existe el
silencio. Callo. Y salto a tus pestañas, las encuentro mojadas, las pupilas
saladas. Callo. Y me encuentro con tu piel, con tu risa, con tu espalda. Callo.
Jugamos al nudo, al trabalenguas, a los peces. Callo. Y me ahogan las palabras,
las sábanas, los meses. Y callo. Porque no
quiero gritar, porque no lo necesito y sólo por callar: callo.
Y
melodías, que se cubren la boca, se me escapan de las manos, las salpican de
notas. Son personitas, que observan la tierra, que tallan figuritas, que escriben
su historia. Y nada es silencio, y en la
noche todo vive porque todo es grito: tu grito.
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